Bárbara Blati
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Mientras que la primera palabra hace referencia a cuatro paredes, en la segunda están implícitos los sentimientos. Pueden, entonces, trazarse lazos entre el hogar y la identidad del habitante. Se desprende también que el hogar es personalizado y por ende no se puede renovar por si sólo, sino que antes se debe remodelar el espíritu del propietario.
En el siglo XVII y hasta mediados del XVIII, la arquitectura barroca reinó en Europa. Un estilo particular, ostentoso, recargado y monumental asomaba en cada fachada. El tiempo fue pasando y las modas dejaron sus marcas en las edificaciones a lo largo del mundo. Hoy, el minimalismo tiene ejemplares en las casas de muchos de los famosos. Líneas rectas, simplismo y la belleza de la naturaleza, forman parte de esta tendencia de reducir todo a lo esencial, sin elementos decorativos sobrantes. Pareciera que no hace falta mucho para vivir en ellas.
Las casas se han convertido en objetos de consumo. Tal como lo planteó Watts, el éxito depende del consumo inicial de una persona que pueda ejercer influencia en otro. En suponer que si a un amigo le gusta a uno también le agradará. Eso es porque actuamos en red y todos ejercemos una influencia sobre el otro en mayor o menor medida. Conformamos un entramado social, un tejido, y cada sujeto y relación modifica al resto.
Si continuamos con el ejemplo de las casas, lo importante es tener la que mostró aquel programa de decoración de interiores tan prestigioso, o la del famoso que exhibieron la semana pasada en la televisión, aunque tengamos que adaptar un lujoso penthouse a un pequeño monoambiente en una zona ruidosa de la ciudad y a un sueldo módico.
Y qué pasa con esa foto en el facebook, la que estaba en el álbum titulado “ensueño” de una vieja compañera de la primaria que ya no ves más pero que te envió una solicitud de amistad y aceptaste para no quedar mal. Te etiquetó junto a otros “amigos” para que vieran su nueva casa.
Blanca, completamente blanca. En una de las inmensas paredes, un cuadro con su rostro pintado con acuarelas, iluminado por la luz del ventanal que da al patio donde puede verse la pileta y una tupida arboleda. Pero nada se comparaba con su habitación. Una cama enorme con un acolchado que según el comentario debajo de la fotografía fue traído de su último viaje a Egipto. Blanco con detalles de hilos dorados y borlas colgando en los extremos de cobertor. Almohadones en composé, abultadas cortinas que se traslucían y danzaban con la suave brisa que ingresaba desde el balcón.
La reacción, muchas veces, suele ser la de intentar tener lo mismo que esa persona a la que “le va tan bien”, como si la superación de uno mismo fuera superar al otro. Allí puede comenzar una epidemia, cada amigo que vio la foto y copió ese estilo se podría multiplicar por muchos otros. Pero como nada de eso puede conseguirse con un sueldo módico, la solución puede ser adaptarlo y comprar la versión más económica de ese estilo de vida.
Vas al negocio más cercano y hacés las compras. De inmediato, al llegar a la casa te conectás y ponés en tu barra de estado “REMODELANDO” y te sumergís en esa tarea. Paso a paso vas informando tus estados de ánimo: “con entusiasmo”, “con cansancio”, hasta llegar a un “agotamiento total”. Pasás todo el fin de semana acomodando aquí y allá lo que compraste y comenzás a sacar los antiguos muebles de la abuela, las fotos de tu infancia de la mesa de luz, la planta que te regaló tu mamá cuando te mudaste, tirás las carpetas tejidas de tu abuela paterna, el diploma sobre la pared y ni la taza que dice “Feliz Día” se salva de la remodelación. Nada se adapta a la casa de “ensueño” que viste en el facebook.
Luego de dos arduos días, al llegar la noche del domingo lo conseguiste. De inmediato fotografiás tu casa remodelada, te conectás y posteas las imágenes. Finalmente lograste transformar tu hogar en una simple casa de “ensueño”.
El problema es que las casas de ensueño, no dejan de ser casas. Allí, ya no había rastros de afectos ni recuerdos. El hogar no es meramente un objeto o un edificio, sino una condición difusa y compleja, que integra recuerdos e imágenes, deseos y temores, el pasado y el presente. Un hogar no puede crearse de golpe puesto que es un producto gradual de la adaptación al mundo de la familia y del individuo.
El hogar es una vivienda individualizada y los medios para esta sutil personalización parecen estar al margen del concepto de arquitectura. El hogar se desprende de las relaciones que contiene la casa. El hogar es una expresión de la personalidad del habitante y su patrón de vida. En consecuencia, la esencia del hogar está más cercana a la vida misma que a la casa como artefacto.
Dicen que la casa habla por uno, pero si los objetos fueran sólo objetos ¿cómo sería esto posible? Una heladera es un objeto, sin embargo mirar su interior puede ser de ayuda. Su relación el resto de los productos permite determinar el tipo de alimentación que tiene su dueño.
Si se rompe se dependerá del delibery, se tendrá que cocinar todos los días raciones justas o consumir alimentos no perecederos. Ese objeto blanco que emana frío y no produce hielo (o al menos eso querríamos) es más que una simple cosa. Nuestra vida puede cambiar considerablemente si prescindimos de ella. Sería drástico plantear que deberíamos enterrar los alimentos como hacen nuestras mascotas pero es cierto que sería complicado mantener la cadena de frío.
Ni hablar de la cocina o el microondas para los más modernos. La juguera, la procesadora y los miles de artefactos que usamos a diario en la cocina y demás dependencias de la casa.
La vida puede complicarse mucho si alguno de los elementos que compone la casa se rompe. Si hay que cambiar el cuerito de una canilla nos encontraremos con que hay diferentes piezas según el tipo de canilla y de no saber arreglarlo tendremos inexorablemente que recurrir a la ayuda de un tercero.
Estos artefactos si se descomponen producen una crisis como lo determina Latour y adquieren existencia individualizada y descubrimos que están compuestos por muchos otros elementos que interactúan entre si. Que una pieza deje de funcionar alterará al artefacto.
Pese a esta triple interacción casa-objeto-individuo, el hogar, es mucho más que la relación de cada uno de ellos por separado sino un todo globalizado. Un sujeto complejo, un nuevo actante. La convergencia de las esencias de cada elemento que compone una casa y su propietario consolidad un hogar, único e inigualable.
Los objetos que componen la casa interactúan con los individuos que transitan por ella y se da una mediación. Desde la concepción de Latour se puede decir que ellos modifican las metas de los actantes. Por ejemplo, si el propietario de una vivienda coloca patines en la entrada para que no se rayare el piso encerado, la meta del visitante es entrar pero se encuentra con los patines y decide usarlos para no disgustar al propietario y no porque sea de vital importancia para él no rayar el piso. La visita modifica su comportamiento habitual al entra a un lugar por la mediación de los patines. El propietario logra su cometido y los patines ya son parte de la casa.
La introducción de un segundo agente en la trayectoria implica un proceso de traducción, entiendiéndola como todas las negociaciones o actos de persuasión, gracias a los cuales un actor consigue la adhesión de otros actores. El acto de traducción reorganiza las entidades y sus relaciones y configura un entramado, una red.
Según Latour los objetos y sujetos se fabrican simultáneamente. Con el uso de Internet y las redes sociales virtuales en los últimos años los usuarios modificaron sus conductas.
Con las redes, todo está a seis pasos: encontrarse con esa amiga de la primaria con la casa de “ensueño”, buscar servicios, comprar productos, conseguir teléfonos, direcciones y hasta atrapar a un delincuente ya que es posible acceder a cualquier persona del planeta.
La materia y la sociedad intercambian sus propiedades y pareciera que cada vez más o con más elementos. Los seres humanos nos estamos convirtiendo en multitasking, en bárbaros para Alessandro Baricco.
Nuestras formas de contacto con la realidad cambiaron y lo real se pasa al plano virtual. Esta convivencia con la barbarie hace que la quietud, la profundidad y la diafanidad sean descartadas por relaciones en la mayor cantidad de planos posibles. Para ello es necesario estar en todos lados a la vez. Es estar remodelando la casa y actualizando tu barra de estado constantemente mientras revisas el correo y observás el muro de tus contactos.
Para el bárbaro, adquirir una experiencia se trata de ocupar el centro móvil de una intersección de planos múltiples. Algunos autores llegaron a preguntarse ¿Cuál es el estado natural del bárbaro? El multitasking es la atomización de la voluntad y el deseo, “la sumisión de la conciencia a la saturación de los sentidos y el dopaje de una ilusión multimedia”. Para el bárbaro, el sentido de las cosas no está en su esencia sino en la relación que hay entre ellas, es decir en la dispersión, la volatilidad y la superficialidad.
Por eso es que es que se cuestiona que este proceso mental sea más productivo o efectivo, puesto que el cerebro debe separar o filtrar entre las múltiples capas de información lo que es importante, urgente, necesario o simplemente ruido de fondo. Se ha dicho inclusive que “estar en todas partes” termina dañando las funciones cognitivas.
Al bárbaro le gusta la espectacularidad y en esta mutación social contemporánea un bárbaro optaría por una casa de esas que tienen todo, en las que la vida es más fácil, cómoda y confortable. Claro que, como dijimos al principio, sería sólo una casa. Los bárbaros encajan bien con las casas y no tanto con los hogares, siguiendo con la concepción de Baricco.
En conclusión, un hogar no puede convertirse en un producto de consumo. Lo que ahora me pregunto es si se puede vivir una vida minimalista. Una vida con lo esencial y nada más que eso. Pero claro, tendría que determinar qué es lo esencial y ahí cada individuo daría una lista completamente diferente. Pero probablemente muy pocos descarten la computadora e Internet. El resto podría ser prescindible.
Muy interesante el ejemplo utilizado...
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