Juan Carlos Gonzales es un peón de campo del Paraje Moro, en la zona del Arroyo Ayuí. Comenzó a colaborar con la Fundación Reserva del Iberá cuando se iniciaron las obras de construcción del primer paredón que divide las aguas del Arroyo. Al observar los inconvenientes que comenzaban a surgir, como la sequía en algunos campos y las inundaciones en otros, decidió hacer oír el reclamo de los muchos pobladores que están sufriendo por este proyecto que ya está en marcha. La fundación facilitó la comunicación entre Juan Carlos y yo. Aquí su testimonio sobre los cambios que ya están comenzado, debido a esta represa.
-Don Juan cuénteme ¿Cuál es su trabajo en la zona?
-Yo instalo bombas sumergibles en el lugar donde se formó, en el 2005, una seca muy grande. Bueno, instalo las bombas porque los animales que forman parte del ecosistema se estaban muriendo de sed: tatu, carpinchos, zorros etc. Junto con otros peones vivimos de la actividad rural que hay en esas tierras.
-¿Qué va a pasar con su trabajo si se instala la Represa?
-La seca va a empeorar y de acá a cinco años los que trabajamos en la zona y, además, vivimos de lo que nos da el ecosistema del arroyo nos vamos a quedar sin nada. Los patrones que tienen campos allí van a soportar unos años más, mientras el capital les permita seguir instalando bombas. Cuando vean que no hay nada más que hacer, se van a ir…pero qué vamos a hacer los que trabajamos toda la vida de eso.
El malezal que existe, en unos años más se va a convertir en piedra culpa de la falta de agua. Los animales se van a extinguir.
El paredón que ya se levantó causo la seca que existe hoy. Esa lomada ya causó inundaciones y sequías, imagínese toda una represa.
-Usted es uno de los tantos peones que trabajan en las estancias. ¿Sus compañeros qué piensan de este proyecto?
-Los más chicos todavía no se dan cuenta de los problemas que acarrea esto. Nosotros tratamos de que se movilicen junto con todos los peones. Más que nada por aquellos que se dedican exclusivamente a acarrear ganado, a las plantaciones porque esas personas en unos años no van a tener trabajo. Como dije antes, una vez que los patrones ya no puedan mantener la seca en el lugar se van a dar media vuelta y se van a marchar.
Los más chicos piensan que viene trabajo con la represa, pero no tienen noción del desastre que se avecina después. Esto es pan para hoy y hambre para mañana. Dentro de unos años no van a tener cómo alimentar a sus hijos, porque son peones acérrimos que viven de eso y sólo conocen el campo para trabajar y vivir.
-Claro, esa es su profesión. Como puede ser en una ciudad la de electricista o albañil, docente. Ellos se dedicaron toda la vida, desde chicos a eso.
-En una ciudad, estos chicos, y los más viejos también, no pueden desarrollarse. Cómo van a ser electricistas o albañil, si ellos conocen y manejan el campo, no otra cosa. No es que uno quiera ofender, al contrario, uno defiende su tierra, porque es lo que más aprecia. Es lo que nos permite vivir. Usted no sabe el perjuicio que va a traer ese paredón.
-El progreso del que tanto hablan es solo para unos pocos. Los dueños del proyecto se están apropiando de algo que es en beneficio de todos, como es el agua.
-El agua es una fuente de vida. Pero además de manejar a su antojo el agua, esa represa, como ya dije, va a traer trabajo para unos pocos: paleadores para una 70 80 hectáreas que es poco personal y algunos tractoristas nomás, porque va a ser cosecha directa seguramente. Y después que todo se va a hacer mediante computadoras y GPS, mucha tecnología probablemente.
Entonces, el que realmente se muere con la construcción del paredón es el peón de campo. Porque desaparecen las estancias chicas, o no tan chicas, pero las que utilizan la mano del hombre para trabajar.
-Usted dijo que lo que defendían era su tierra, su lugar. Me comentó que ya hay lugares con sequías. ¿Qué pasa con el agua en esa zona?
-Lo que todos sabemos, se agregan agroquímicos para el regado y eso va directo al agua que todos tomamos. El agua que hoy se consume es pura, muy pura. Después nos va a ir matando de a poco. Tal vez no tanto a nosotros, pero a nuestros hijos y nietos seguramente que sí.
-Usted habita en el Paraje Moro. ¿Cuántos habitantes hay en ese lugar?
- Tiene más habitantes que Alén Cué. No sé el número exacto.
-¿Pero todos se dedican a trabajar en el campo?
-Sí, algunos en estancias más cercanas, otros en las más alejadas, pero todos en el campo.
-Puede hasta llegar a desaparecer el Paraje.
- Y sí, porque los más jóvenes cuando no tengan de qué vivir van a emigrar. Y es lo que va a pasar. Por eso yo insisto en el perjuicio que va a traer esta construcción.
Algunos dicen que se van a inundar 8 mil hectáreas, pero eso es arriba, donde se construye. Abajo, el agua se abre, o sea que lo que va a pasar será mucho peor. Los que tengan pocos animales se van a fundir.
En algunos lugares provocará seca, en otros, inundaciones terribles, pero en todos va a causar mucho daño, material como así también en el ecosistema.
Yo conozco mucho este arroyo. En Wanda, Misiones el arroyo es finito, en esta zona es mucho más grande y tiene muchos brazos. Y nosotros estamos terreno abajo, o sea que toda el agua va a venir a barrer con nuestras tierras.
Por eso yo sostengo que los que quieren la represa no piensan en los pobres que viven del campo. Solo piensan en su bolsillo. Son dos personas nada más las que se van a beneficiar, pero es la mitad de una provincia la que va a sufrir.